—Tío, en algunas grandes metrópolis de América Latina, hay críos que viven en la calle, esnifan pegamento y mueren aplastados en el asfalto por cruzar las avenidas con los ojos cerrados—documenta la pelirroja del aro de metal en la lengua a sus amigos, mientras estos admiran el brillo que asoma a veces entre sus dientes blancos y pequeños.
—Lógico, no tienen más aspiración en su existencia que la del Super Glue 3. Ja, ja, ja...—ríe celebrando su propio ingenio un chico con una J segada a cuchilla eléctrica en su cogote.
—Su reto no es sobrevivir —añade otro de flequillo grasiento—, pues eso poco les importa con la mierda de vida que llevan y de la que saben seguro que no van a salir, sino ponerla en peligro de vez en cuando para darle algún valor y no morirse de asco.
—Quien consigue cruzar al otro lado se convierte en el líder del grupo hasta el próximo reto... Si no, muere allí mismo sin que a nadie le importe un huevo, ni a sus amigos —continúa la chica con los ojos bajos.
—Es cuestión de tiempo... Pero es que siempre es cuestión de tiempo: lleves o no una buena vida —concluye el del pelo pegado a la frente—. Y da igual dónde suceda: aquí tampoco sales del círculo de la pobreza una vez que entras.
—Así que, no hay que dejar que te coja. Que te joda, vamos, como dicen en Sudamérica. O atraviesas la vía o te arraviesa ella —subraya levantándose J.
Imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b4/Avenida_68_Bogota.JPG
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