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martes, 15 de julio de 2014

SER O NO COMO LOS DEMÁS

Su amiga no era mala, era simplemente así. Manipuladora, encantadoramente sarcástica y protectora para con los suyos. Posesiva con las vidas de todos ellos y sus miserias, las cuales comprendía a la perfección hasta el punto de hacer bromas dolorosas ante el resto de la comunidad de amigos. 
Ella era virgen a los veinticinco y eso, su amiga no lo podía tolerar sin mencionarlo de pasada siempre que podía. Las risitas entre dientes de los demás miembros del grupo eran lo peor de todo. Por ello, aquella noche de verbena popular, de sarao descontrolado de parroquianos con libido subida de tono y de fiestón con música descoyuntante de miembros y cerebros, se enrolló con el que tenía más a mano o con el que se quedó a escuchar atento su teoría sobre la obsolescencia del conductismo en la educación infantil. No recordaba mucho más después de los primeros besos apasionados tras el sofá biplaza del saloncito rojo, pero lo que jamás olvidaría sería su ansia al día siguiente por encontrar a su amiga y contarle que ya no era un bicho raro, que su condición de apestada en las reuniones en las que se hablaba de folleteos había terminado por fin. Mas su amiga había perecido aquella misma noche en un accidente de coche estúpido y jamás pudo hacérselo saber. 

Al cabo de los años se descubrió lesbiana, aunque no podría decir que quizá la precipitación de su actitud en la fiesta de aquel día tuviera algo que ver. Era posible, tal vez, que su amor imposible hubiera sido siempre su amiga muerta. 


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