Le pidió a su amiga que inventase un cuento para su colgante en forma de corazón. A su colega se le había ocurrido la estúpida idea de que cualquier historia —la del señor que reparte el butano, la del eterno hippy del mercadillo del pueblo, la de la carta que llegó sin matasello— podía ser interesante si estaba bien contada, e incluso que todo objeto debe tener un pasado, ya sea real o imaginado. Por ello aceptó el reto gustosamente.
La cuentista ideó una truculenta trama de asesinatos cometidos con venenos escondidos en el interior del corazón de plata, vertiginosos episodios de lances de piratas sanguinarios donde la joya había pasado con violencia de mano en mano, de pecho en pecho, de apuesta tabernaria en apuesta tabernaria... Cuando por fin le entregó el resultado narrativo a la dueña de aquel talismán de leyenda, ella se lo quiso regalar en pago por sus servicios literarios, pero la autora, que entendió el gesto de su amiga, no se lo aceptó. Así pues, cada una se quedó con su propiedad. La novela acabó por titularse "La sugestión" y fue el éxito de ventas de ese año, en tanto el colgante inspirador del libro fue vendido pasados los años en cotizada subasta a un coleccionista chino convirtiendo en millonaria a su dueña. Y colorín colorado, la realidad escribió la historia verdadera del amuleto.
Imagen modificada de la original: http://img.ofeliafeliz.mx/il_fullxfull-GWND2fsw-1483.jpg
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