Irina salió ayer de la oficina a las 23.45, justo antes del primer aviso de corte de luz general. "No salgan de sus casas". Se pasó toda la tarde tratando de localizar por Skype a los colaboradores internacionales de la editorial en línea. "Prohibido descolgar el teléfono". Pero muchos de ellos no estaban operativos, así que tendría que seguir comunicándose con ellos por email. "Encripta los correos de ida y vuelta al extranjero". Otra buena parte de su tarea, la más ardua, consistía en pasar el corrector ortográfico y gramatical a los textos enviados en cada idioma de su competencia y enviarlos a valoración. "No se aceptará adentrarse en temas tabú del tipo político, ni religioso, ni moral". Moda italiana, tecnología empresarial, industria culinaria, maternidad y cuidado infantil, series de ficción, cine americano o literatura erótica eran los asuntos mejor pagados por su empresa, que a su vez, proveía de contenidos a los blogs de famosos, sin tiempo ni neuronas para escribir, pero con mucho dinero para presumir de aguda pluma. "Segundo aviso: no salgan de sus casas". Ya en su piso del centro, Irina aún tuvo que cotejar, tras la cena, el listado de órdenes semanales de pago por Paypal a los escritores. La televisión encendida la sobresaltó entonces. "Donestk, independiente": otro trozo de una Ucrania al borde de la guerra civil que se desgajaba. Sin embargo, su regularidad laboral proseguía firme y compacta, por el momento.
Imagen: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Euromaidan_collage.jpg
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