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viernes, 28 de marzo de 2014

VERRACOS EN SILLAS VIP

Me zumban los oídos y los ojos por debajo del parche de terciopelo rojo,

no tengo apenas la decencia que perder en una partida de cartas marcadas

y salgo a la calle a llenarme los pulmones del aire que me van a hacer pagar caro.

Ya no soy pirata libre que descerraja mandobles a sus anchas,

ya no tengo más olas que surcar, ni más mares que me cobijen, 

y el garfio de mi mano les sirve a ellos para colgarme en el matadero.

Los contenedores arden, vacíos como intestinos puestos a dieta Dukan,

los detritus se acumulan en sus conciencias podridas dry martini 

y los que aún tienen cuenta van mutando en viciosos verracos ávidos. 

Quizá ni el fuego desinfecte toda la mentira que nos han vertido encima,

pero las manos ociosas piden el calor a chasquidos de las bofetadas,

en sus jetas de plomo fundido que cae en goterones sobre la acera,

o en las puntas de sus lanzas afiladas de ociosa jerga económica.

Nadie sabía de nada, a nadie le constaba nada de lo que le llenaba sus alforjas,

ni el más alto de la pirámide miraba en qué cabeza apoyaba sus pies

porque a la plebe se la aplasta, se la deforma como magma del capital.

Y cuando estalla en erupción, ellos contemplan el espectáculo desde sillas vip.



Imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/19/Blackbeard_head_bow.gif


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