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martes, 11 de marzo de 2014

TESORO REVUELTO

Tres meses continuados de temporal ciclogenético explosivo consiguieron  revolverle las tripas al mar atlántico, de modo y manera que un buen día en que el sol salía esplendoroso y al viento no se le esperaba, la enorme playa Longa amaneció sembrada de monedas amarillas, ocres y cobrizas, tanto o más rutilantes que el astro rey, al que, por cierto, nadie se acordó de saludar ante tamaña conmoción. Muchos de los vecinos —parados y empleados, saco en mano— apelaron a la ley tácita del litoral que reza que lo que el mar devuelve a tierra es para quien lo coja primero. Los marineros y mariscadores, reunidos a primera hora en la cofradía y después pertrechados con sus afiladas azadas y palos de largar que refulgían metálicos al sol, hicieron saber a todos a través de un pregón y con sus recias miradas, que habían sido ellos los más perjudicados por un temporal que los tenía amarrados a puerto y famélicos durante casi toda una estación, y que a nadie que no fuera del gremio de mareantes se le ocurriera poner un solo pie en la arena. Para terciar en el asunto, llegó también a la plaza del pueblo un representante del gobierno prohibiendo cualquier saqueo de un tesoro que pertenecía al Estado y que debía revertir en las arcas del mismo para preservar y poner en alza el patrimonio nacional con el que impulsar la economía de todos y bla, bla, bla.

Entonces, Lorenzo el sol, enfadadísimo porque a nadie se le había ocurrido pensar que con su presencia el terrible temporal se daba por terminado y los marineros ya podía volver a salir a faenar, y los agricultores secar sus campos anegados y todos volver a sus labores o emprender nuevos negocios en primavera, entonces, se retiró tras las nubes y llamó a su colega Eolo. Las monedas de la playa, sin el brillo solar y removidas por el viento atravesado y travieso, se ocultaron tan bien a los ojos de los hombres, que estos no fueron capaces de encontrarlas en la playa por muchos días que buscaron, hasta que al fin llegaron a pensar que todo había sido un hermoso sueño colectivo.


 


Imagen: http://pixabay.com/es/tesoro-pirata-monedas-dinero-pirata-148526/

1 comentario:

  1. Los árboles no nos dejan ver el mar. Bonito cuento, para hacernos pensar un poquito.

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