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martes, 25 de febrero de 2014

CONVERSACIÓN

—Tengo hambre.

—Yo también, pero me voy comiendo las entrañas para no tener nada que llenar. Me devoro el vacío para no tenerlo.

—¿Te gusta?

—Sabe a mierda podrida mezclada con yogurt de fresa.

—No creo que tenga patente, y habiendo tanta necesidad...

—Ni lo sueñes, esto no se puede fabricar a escala industrial. Es casero, como la mejor repostería de la abuela. Fría y ácida. Mata para siempre, te lo juro.

—Pero, tú siempre dices que...

—Yo nunca digo nada, no te engañes. No tengo duermevela. Ni tampoco esperanza. Alcánzame la sal.

—Te subirá la tensión...

—A ver si reviento... No, no lo dije, tengo miedo a que me mueran. También a morirme yo.

—¿Es verdad que hay un dios que te mira y no te ve?

—Es que no quiere ver. Las cataratas se operan desde hace tiempo, pero da igual, siguen desbordándose y rascando la pared hasta romperla. También comen, nunca tienen bastante.

—Solo te queda un centímetro...

—Para la tapa de las doce. Luego, ya veremos...

—¿Te morirás?

—Sí.

—Pero...

—Ya no estaré vacía. ¿Te parece poco?

—No me parece nada. Es abominable. Tengo frío.

—También es abominable tener frío y decirlo. Puedes crearme ansiedad.

—Tú vas a estar calentita ahí abajo.

—Nunca se sabe. Todas son cábalas y luego la verdad es muy diferente.

—¿Cómo te lo imaginas?

—Verde.

—¿Por qué?

—Porque siempre ha sido verde. ¿Tú no lees?

—No tengo ojos.

—Podías habérmelo dicho antes, así no has entendido el ejemplo de las cataratas. Nunca has visto ninguna. Pero salen a chorro, no se sabe de dónde, pero salen siempre, ¿entiendes?, y no se agota casi nunca la fuerza que traen, tanta, que te quitaría de una vez el frío. Son de agua, ¿sabes? H2O, como cristales que dejan pasar todita la luz, pero blandas. Son tan bonitas que no me importaría quedarme si ellas quisieran.

—Pero, ¿querrían?

—Uno mismo nunca lo puede saber. Tampoco de otro, pero ahí la intuición no suele fallar. En ti es más complicado, son tantos datos...

—¿Veinte?

—Muchos más, como garbanzos eternos que hablan entre sí de las noticias de todos los mundos. Lo saben todo, pero no sueltan prenda. Y uno tiene que imaginárselo.

—Yo no quiero jugármela. A mí la suerte me abandonó ya hace...

—¿Ya hace?

—Sí.

—A mí no sé, pero, ¿sabes?, a lo mejor no es verde...

—¿No quieres que sea verde? Yo ya lo sabía, a mí tampoco me gusta así. Verás como será roja.

—¿Tú crees? ¿Rojo bermellón?

—Intenso, muy intenso.

—Si fuera intenso se podría ver a través de las cataratas y así ya no haría falta poner una cruz para distinguirlo de las hierbas.

—Si te sirve de algo, ¿me lo contarás?

—No sé, puede...


Imagen: beetlejuice

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