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miércoles, 15 de enero de 2014

PROSTITUCIÓN COOPERATIVA

La vieja puta miró hacia arriba. Vio los ojos temerosos y a la vez picantes del veinteañero jaleado por sus colegas en la cena de despedida de soltero, y se rio con todas las ganas reprimidas durante treinta años de profesión. Se carcajeó de los mierdas que, de uno en uno o en grupos, como aquellos niñatos, pretendieron usarla para, acto seguido, dejarla después olvidada en su estante como si fuese la cinta de video de una peli porno de los setenta: con el coño peludo, caliente, siempre rebobinable... pero cada vez menos risueña, menos líquida ... Se partía de risa la meretriz ahora metida a autónoma, aunque apenas le quedasen cinco años para jubilarse, porque ya estaba imaginando la cara de aquellos estúpidos cuando les dijese en tres minutos, justo al borde del clímax generalizado, que se iba ya, ahorita mismo, huevones, que se cogía una baja, una puta incapacidad laboral transitoria porque le daba la real gana, le salía del chichi y hasta tenía derecho a que le pagaran los días de reposo, hostia.

Nunca era tarde si la picha era buena, decían en su gremio. 

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