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martes, 5 de noviembre de 2013

ÉL Y NOSOTROS

Era una arpía sacaojos que me había dejado soñar el paraíso de lo cotidiano a su lado y en su nido caliente. Era una alimaña famélica de almas entregadas e ingeniosas, que contaba de noche monedas fabricadas con mi sudor y los sudores de todos sus otros esclavos, solidificados estos en relucientes perlas de ámbar que atrapan moscas tan viejas como el mundo. Era un Tío Gilito traidor, sin sobrinos ni hermana que los pariera, solo pendiente de que su amarillenta avaricia semejase generosidad al orbe putañero. Era el dictador de sus propias leyes, el ladrón del dinero de sus deudores, el juez vaquero de la horca sin patíbulo y al alcance de todos los cuellos de a pie. Era tanto la madrastra que revienta el espinazo a las cenicientas sirvientas, como la bruja que vende contratos emponzoñados a jóvenes de sonrojadas mejillas y a baqueteados sindicalistas de dientes de nicotina. Era mi jefe, mi patrón, mi señor, mi amo, mi dueño, mi rey, mi banco... Y yo jamás volveré a ser yo, si no vuelvo a ser nosotros.

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