Tres minutos después de haber respondido a aquella exótica videollamada Compostela-Chicago, el responsable para Europa del fondo Guggenheim Partners, M. Smith, pulsó la extensión de su jefe.
—Mister Schwartz, llaman del norte de España, por el mini-banco ese que hemos comprado de saldo para desguazar. Su nombre es... un segundo... NCG Bank. Novagalecia, o algo así.
—¿Valor de operación y valor real de futuro?
—Diez millones de dólares de operación, aparte de los regalitos a los politicuchos locales; y unos cincuenta estimados en mercado, si no más.
—¿Y qué coño quieren ahora? ¿Más mantequilla? El trato está cerrado...
—No, son unos viejos en camiseta amarilla y a voz en grito en plena calle, pidiendo que les devolvamos el dinero de las preferentes. Y también un lote de mocosos antisistema diciendo no sé qué de los cuadros y del expolio al patrimonio cultural de Galecia, digo Galicia. No pinta muy bien.
—Consulta el "data room" y díme de cuántas obras de arte hablamos...
—Pues, casi seis mil, entre pinturas, esculturas y fotografías. Aquí leo Picasso, Juan Gris, Dalí, Miró, Granell... Castelao, Mallo, Díaz Pardo, Grandío... Hum, no está nada mal, jefe, y en tiempo de crisis, como valor refugio, se venderán bien.
—Pues, cuéntales lo mismo que a los de la negociación: que el cartelito con el nombre de ¿Galecia, no? seguirá igual, que la sede principal y las otras oficinas no se van a vender, ni tampoco a echar a ningún trabajador que no admita una reconversión a hamburgueserías. Así ya no tendrán que vender preferentes a sus vecinos, solo carne machacada...
—Es que a estos no les cuela, no piden para ellos, M. Schwartz, sino para todo el pueblo, dicen. Comunistas o algo peor. Y nos comparan con los british que se llevaron las momias y los obeliscos egipcios, y ahora tienen que devolverlos.
—Diles en su idioma que Santa Rita-Rita-Rita o que reclamen al maestro armero, ya verás como te entienden. Y ve llamando a Sotheby's con discreción, Smith.
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