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martes, 9 de julio de 2013

SERVICIOS INCÍVICOS

Tenían solo tres euros para el autobus y subieron lentamente con sendos niños en brazos en cuanto el vehículo llegó a la parada. El mayor ya había cumplido seis años, pero como era menudo y el conductor muy simpático, no les exigió pagar por él. Menos mal, eso habría supuesto tener que caminar varios kilómetros a pie bajo un sol de justicia, el sol de junio de las doce del mediodía en mitad de Talavera de la Reina. Los semblantes de aquella familia de pasajeros traslucían la tristeza que los embargaba, zozobrando en un profundo dolor que sólo ellos conocían, pero que no acertaban a disimular con sonrisas forzadas a los niños y con pequeños besos contínuos. Podía haber sido otra cualquiera, pero aquella familia había sido tocada por el fatídico dedo de la mala suerte mayúscula al haber perdido sus empleos y su casa. A aquella familia le había negado la administración la ayuda familiar de cuatrocientos euros precisamente por no contar con domicilio fijo. Aquella familia llevaba veinticuatro horas sin probar bocado, y los padres no podían consentir esa iniquidad para sus retoños, así que aquella desgraciada familia se dirigía al ayuntamiento de la ciudad para desgarrarse por entero, pues no veían otra solución más que dejar a los pequeños en manos de la asistencia social del municipio. Pero al final de esta verdadera historia, aquellos padres de familia fueron denunciados por el propio ayuntamiento, que los acusó de delito de abandono. No cabe mayor indignidad.

1 comentario:

  1. Horrible e indignante lo que cuentas; pero en últimas comprensible. En este loco mundo lo peor es pan de cada día, y nos acostumbramos a ello.

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