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lunes, 22 de julio de 2013

LA ATRACCIÓN DE LA ABSENTA

Cuando abrió los ojos, entrevió a su diestra una cara montuna que colgaba de lado y un moflete izquierdo que pendía, oscilaba casi, como el badajo de una campana. La falta de almohada y la consecuente gravedad hacían que aquel individuo tendido plácidamente a su vera abriera un tanto la boca en una mueca indolente que aún exhalaba fuertes efluvios a absenta. La luz que iba entrando lentamente en el interior de la tienda de campaña dibujaba otros datos antropomórficos de la misteriosa silueta. Por ejemplo, la oreja que le quedaba a la vista desplegaba en toda su envergadura un cartílago puntiagudo y vibrante al son de las ondas musicales aún provenientes de aquel concierto interminable de la noche anterior, por lo que imaginó divertida que tal pabellón auditivo estaría dotado de una autonomía propia, ajena al espíritu de su dueño, que, por cierto, veía de un extraño tono en aquel turbio amanecer de domingo de julio. Como si fuera verde, ja. Estaba acurrucado en su desnudez, con las palmas de las manos juntas en una plegaria dedicada a sus muslos, pues allí las había encajado buscando calor en la frialdad de la mañana. Entonces tiró de su saco de dormir para taparlo un poco, al fin y al cabo se lo había hecho pasar bastante bien aquel desconocido que apareció en la oscuridad de repente. No podía ver ahora sus ojos, cerrados por el sueño, pero los recordaba inmensos y atentos, como el resto de su ser... Fue tan... tan... ¡VERDE! Se incorporó sobre un codo aguijoneada por la sospecha que se abrió en su cerebro como un rayo, y entornó los ojos para mirar mejor el cuerpo iluminado por la pantalla del móvil. ¡Se había liado con un duende del bosque! ¡Joder para la absenta, era verdad que los atraía!

1 comentario:

  1. ¡¡Upsss...absenta!!

    A mi me gustaba mucho hasta que un dia...

    Bueno, total que en la actualidad el solo olerla me tira de espaldas.

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