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viernes, 26 de julio de 2013

EL HOMBRE PROHIBIDO

Su imaginación lo buscaba ahora a cada momento. Aquel hombre al que temió el primer día porque cuando la miró la estaba lamiendo en público con sus ojos densos, se había convertido en el acicate de su existencia. Las breves charlas mantenidas en reuniones esporádicas solían cargarse de una electricidad erógena mareante que únicamente ellos notaban, o eso quería pensar. Pero jamás se tocaban. Imposible desgarrar la ensoñación palpando la realidad prohibida. De ahí que, cuando en su solitario paseo a la playa se lo encontrase en el recodo del estrecho camino, frente a frente, entre los sauces cómplices, sólo pudo acertar a saludar muy cortésmente. Hola, buenos días. A lo que el hombre respondió también con una comedida frase seguida de un silencio espectante. Entonces ella siguió su camino sin querer mirar atrás. 

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