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jueves, 25 de julio de 2013

ARREPENTIMIENTO INÚTIL

Llevaba diez años sin hablarse con su madre, sin visitarla para ver cómo estaba, sin llamarla por teléfono, sin preguntar por ella a sus hermanos, casi sin pensar en ella ni en lo que las había separado. Lo cierto es que cada año el recuerdo de la pelea se iba desdibujando en su mente como el viento borra las aristas puntiagudas de las estatuas de piedra del parque, puliendo la superficie grano a grano pero manteniendo la forma original. Por ello no perdonaría jamás que la engañara sobre la identidad de su verdadero padre, al que nunca pudo tratar debido a esa cruel mentira, aunque ahora fuera olvidando poco a poco las circunstancias que su progenitora le explicó sobre su adúltera concepción. La había hecho vivir engañada media vida, negándole sencillamente la verdad, su verdad. Nunca había cedido a los ruegos de alguno de sus hermanos por intentar una reconciliación que consideraba imposible por su parte o que siquiera era capaz de considerar. 
Y hoy su madre había muerto en un trágico accidente ferroviario. Y el rencor que sentía se murió también con ella y se convirtió en un hueco vacío en su alma que no podría llenar con nada. Lloró y con sus lágrimas quiso borrar diez años, mas ya no era posible pues su madre nunca podría verlas.

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