Buscar este blog

miércoles, 29 de mayo de 2013

LA RAZÓN DE LAS MAREAS

La luna se llama Lola y el sol se llama Manuel, sí, como siempre ha sido, pero Luna quisiera sentir la adoración que cree que le profesa Tierra, ese planeta imprevisible que cuando la mira oscuramente es como si la horadara sin permiso convirtiéndola en un donut feliz cual universo. Luna se muestra cauta, y sólo le permite ver una de sus caras, manteniendo el misterio de la otra oculto todas las órbitas que sean posibles. También miente, y mucho, Luna por esconder en su núcleo la verdadera tentación de lo prohibido, de lo imposible, de lo mil y una veces imaginado en sueños. Que esa Tierra como un fauno negro al acecho, cuya enorme humedad se ve azul, jugosa, y verde por la vida que la penetra de polo a polo, viene una mañana a visitarla, a seducirla, a obsequiarla con un ramillete de frescas setas recién nacidas bajo sus patas cabrías. Y estas traen el agua que perpetuamente ansiaba Luna desde el espacio, las olas que siempre ha tratado ella de atraer a sí con cada vuelta de su baile consagrado a Tierra. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario