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lunes, 28 de julio de 2014

EXCRECENCIAS DE UNO MISMO

Y aparecieron los cíclopes sobre la tierra después de que la criatura amorosa desgajase por la mitad su cabeza dolorida. Con un hacha herrumbrosa y sin tener muy claro cuál sería su destino final, hendió el filo por la raya del peinado y esperó que aquella división liberase a sus dos partes de la condena del apareamiento. Cada una de ellas se quedó con un ojo sorprendido, de visión plana, sin perspectiva, que no tomó conciencia de su ser completo hasta algún tiempo después, por casualidad, mientras observaba en un documental de la Dos cómo de un simple anillo de lombriz de tierra se puede regenerar toda una vida. 

Luego no supo qué hacer con el enorme pesar físico y psíquico que había padecido, así que simplemente lo dejó estar entre los recuerdos positivos hasta que se convirtió en callo protector de la soledad. 







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