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lunes, 30 de junio de 2014

AMOR, ODIO Y CINE

—¿Quieres venir al cine conmigo? —le pregunta él solícito.

—Pues, no, no creo; no me gusta el cine —responde ella tajante. 

—¿Ningún tipo de película? —matiza él incrédulo.

—No, ninguna —corta de nuevo ella.

—¿Cuántas has visto en los últimos años? —tercia él con verdadero interés.

—Ni puta idea, puede que una... o dos, no sé, estaba borracha las veces que entré en esos oscuros tugurios —explica ella desganada.

—Te invito yo, así verás alguna película entera y podrás decir con conocimiento de causa si efectivamente te gusta o no —concluye el galán sacando ímpetu de sus héroes cinematográficos y agarrando del brazo desnudo a la testadura pelirroja. 

—¿Tu, en el fondo, me odias, verdad? —inquiere ella, inocente, sin saber cuántas veces él imaginó oir esas mismas palabras de sus labios. 

—No tienes ni idea de hasta qué punto —pronuncia él automáticamente, como en el guión, sellando el fin de la conversación con un beso de esos de cine. 






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