No es trastorno tripolar
mi ansia de ser varios seres,
sino necesidad de mostrar
mil experiencias, saberes
y argucias con que ganar
un sueldo y pasar los meses.
Compiten hijos con padres,
en subasta de empleadores:
los viejos pagaron el máster,
cobrando extras en sobres,
los mozos serán el baluarte
del que arrojen a más pobres.
No pueden entrar raudales
por el ojo de una sola aguja,
como no han multinacionales
de salir siempre con la suya,
que, además, tienen la llave
para acabar con la hambruna.
Me deshago en mil currículos
que lanzo al mar cada día.
Los peces me llaman ridículo
por largar siempre en la ría
y por cortarme los testículos
por miedo a crispar sus iras.
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