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jueves, 3 de abril de 2014

MILLONES DE MARGARITAS

Margarita tenía 49 años, cinco mil tres euros en un rácano depósito bancario,  resultado de un finiquitado lustro de trabajo, y una patada de la gestoría que la despidió grabada a fuego en el trasero, por no hablar de su dignidad. También cargaba sobre sus hombros menudos una hipoteca a la que le faltaban unos pocos miles más de la susodicha cantidad para llegar a término, y un hijo que era su sol. Margarita llevaba ya un año en paro y los meses caían como padrenuestros semi-olvidados sin que los empresarios llamasen al teléfono fijo de su amable vecina de arriba para entrevistarla. Así que la espabilada Margarita, como había hecho el ejercicio anterior, antes de finalizar diciembre, aportó su único y breve capitalito de una vez, pagó la penalización ¡por avanzar dinero de su deuda! y soñó con comprar su casa  de una vez y alejar el fantasma del desahucio que azotaba el barrio. Además, ella contaba con la deducción por vivienda habitual de la Declaración de la Renta que le reportaría un sueldito más con el que ir tirando. Pero lo que Margarita no tuvo en cuenta es que los parados no tienen retenciones y por eso no pudo deducir por su aportación, así que cuando se le acabó la prestación, tampoco tenía ahorros a los que recurrir ni devolución a la que agarrarse un tiempo. Fue un error de cálculo, pero lo que ocurriese con los millones de margaritas silvestres, a la Hacienda Pública no le importaba lo más mínimo. 



Imagen: http://www.infojardin.com/fotos/albums/userpics/normal_margaritas~0.jpg

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