Buscar este blog

miércoles, 30 de abril de 2014

BALDADO

Iba a comerse el mundo y se la tuvo que envainar. La energía —digo— que aquella diminuta figura de menos de cincuenta kilos, que ni hasta podía donar sangre, había acopiado a chorros haciéndose valer ante el espejo cóncavo, ante un mundo de mierda, ante congéneres depredadores, ante un físico maltrecho y ante un futuro hueco. Se creyó el cuento aquel de que no tendría que ser jamás un baldado de feria, postrado en su carretón de circo pidiendo limosna y enseñando las vergüenzas, como los esperpentos de Valle-Inclán en la calle del Gato. Pues, porque vivía un siglo nuevo, de tecnología biónica que suplía carencias orgánicas, de mentes inteligentes, de conquistados espacios que no había que recorrer sino solo conectar on line. Mas el enano plurititulado se despertó un día tendido en la calle, con el certificado de discapacidad hecho emplasto con que abrigarse el pecho, tan hambriento como el Tercer Mundo todo puesto en fila en el refugio, y tan entumecido como el comunismo en una urbe monstruosa sin pan. Para sacarse unas monedas, el baldado volvió a desenvainársela —y no digo la energía. 


Imagen: Obra de Velázquez. http://es.wikipedia.org/wiki/El_bufón_Calabacillas

1 comentario: