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martes, 29 de abril de 2014

EMPATÍA A CHORROS

—Buenas tardes. ¿Hablo con María Pérez, por favor?

—Sí, yo soy.

—Hola, María. Soy Enrique Lamas. La llamo de Ataraxia, el centro integral de bienestar y ejercicio que está en pleno centro de Gotham. Quizás nos conozca...

—Disculpe, pero voy caminando por la calle y no es el mejor momento...

—Tal vez esté cerca de nuestra dirección, ¿Suspiro Verde, número 13?

—Pues, no, pero la conozco. Dígame qué quiere. 

—El gimnasio Ataraxia quiere abrir sus puertas a los vecinos que aún no nos conocen; pero, claro, no puede premiar a todos: únicamente lo hará con aquellos que saben de verdad apreciar la calidad de vida. ¿Usted valora la salud y el bienestar, María?

—Yo, lo que tengo es prisa y pocas ganas de oír chorradas...

—La prisa le restará dos de cada diez años de vida, María. Disculpe la llamada, entonces...

—Pero, ¿qué es lo que me ofrece o vende?

—Solo tranquilidad. ¿Sabría, por ejemplo, decirme el precio de una sesión de spa en el mercado?

—Pues, ni idea. No sé... ¿Esto es un concurso?

—No, pero le doy una pista: muy poquito menos que una botella de "Pago de los Capellanes", Ribera de Duero, crianza del 2010, y un pelín más que media docena de frescas rosas rojas. ¿La sitúo?

—Pues, por decir algo... diecinueve euros, tal vez... no sé.

—Me engañó usted al principio, María. Se preocupa más por disfrutar de lo que a priori aparenta. Efectivamente, diecinueve euros por hora y media de dolce far niente entre burbujas es el precio habitual. ¿Y sabe a cuánto se lo dejaría a usted Ataraxia?

—No sé, pero yo no tengo tiempo para spas, la verdad...

—Sí, ya sé, tiene mucha prisa. Un euro por sesión, María.

—¿Un euro?

—Siempre que se comprometa con su salud por un año.

—¿Cómo es eso?

—Pues que si viene usted a relajarse a Ataraxia los próximos 365 días, solo abonaría 299 euros. Ya ve, le he mentido: es menos de un euro. Tiene que aprender a reservar tiempo solo para usted, comprometerse con su bienestar: nada de familia, ni de trabajo... Hora y media como una farona. De hecho, uno de nuestros servicios estrella es el baño Cleopatra, je. Pero le damos libres los domingos y festivos para que nos pierda de vista Si quiere, claro. Por nosotros puede venir cuando guste.

—Tengo un horario complicado... los críos...

—Abrimos a las ocho de la mañana y cerramos a las once de la noche. ¿Está usted tan presa de sus obligaciones que no puede recoger este premio a su esfuerzo que le brindamos, vecina?

—Hum... Tendría que pensarlo, comentarlo con mi esposo...

—Lo comprendo, pero con tantos vecinos en el barrio, sólo puedo hacer una llamada por familia. No pierda este autobús especial. ¿Necesita permiso para su placer? Dígame que sí y ahora mismo grabamos su conformidad para reservarle estas ventajosas condiciones, María...

—Es algo precipitado, no sé. 

—Y usted, je, je, muy exigente, de esas personas que saben lo que quieren y saben cómo pedirlo. Está bien, para disipar todas sus dudas, le ofrezco tres meses más de disfrute gratis por pronto pago. Y, por favor, esta debilidad mía no se la cuente a nadie, que me pierde...

—De acuerdo. No se preocupe. No diré nada. 

—Comenzamos, entonces, la grabación: le pediré el nombre, dni, dirección y tarjeta de crédito o débito. ¿Lo tiene todo a mano?

—Sí, sí. 

—Pues, le paso con mi compañero. Gracias, María, a relajarse y a disfrutar. Un saludo.

—Un saludo y gracias, Enrique. 

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—Buenas tardes. ¿Hablo con José Martínez, por favor? Soy Enrique Lamas...



2 comentarios:

  1. Jajaja, muy bueno Xabelia, aunque veo un par de cositas poco frecuentes en telemarketing, lo primero la extraordinaria recpeptividad del cliente(no conoce la dirección pero pregunta qué quiere y qué le vende por dos veces al menos) lo otro la clase del vendedor jaja Saludos, lo disfruté

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