Escribía para aclarar sus ideas, para poder meter dentro el cucharón sopero o las pinzas de depilar y encontrar algo, siquiera un fideo de claridad en el caos de la olla hirviendo. También le ayudaba hablar con la gente a la que quería, pero a veces estos estaban demasiado preocupados por sus muchos menesteres propios y no le servían como frontón de reflejo, sino que entonces le tocaba a él absorber sus palabras, gestos, miradas, a fin de que el interlocutor entreviese en sus pupilas expectantes el boceto de sus pesares o un atisbo de camino. Le era fácil cruzar la simetría de un lado a otro, buscar un patrón que incorporase los datos que le relataban y cerrar el círculo en torno a una o dos preguntas cruciales. No obstante, con todos los trillones de premisas que de él mismo conocía, no era capaz de sacar una nimia conclusión, siquiera de por qué había actuado como lo había hecho la última vez que decició actuar. Únicamente intuía que debía seguir escribiendo siempre, quizás para no morirse, como Carmen Amaya cuando dejó de bailar.
Dibujo. http://www.artmajeur.com/es/art-gallery/daniel-martins/52009/carmen-amaya/4157662
Para algunos escribir es un cable a tierra!!
ResponderEliminarLos que escribimos sabemos que hacerlo, es como una catarsis..ayuda en muchos aspectos. Muy buenas analogías. Un abrazo
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