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jueves, 13 de febrero de 2014

PERPETUUM MOBILE

Lloviese lo que lloviese, la raya de su monte no se borraría jamás. Aunque todas las gotas de suero bajasen por sus venas propulsadas por la gravedad como kamikazes dispuestos a ahogar sus pulsiones eróticas, ella seguía deseando a su hombre como si fuera el primer revolcón. Cierto que hacía ya décadas que habían optado por separar sus miserias nocturnas en camas y habitaciones distintas, mas cuando sentía los octogenarios y desnudos pies crujir seguros sobre la madera pulida del pasillo, las manos sabias girar con cuidado el pomo bien aceitado de la puerta, y el peso de su eterno compañero parapetándola del jodido mundo, entonces, juntos, volvían siempre a ser aquellos adolescentes amándose a borbotones sobre los surcos del maíz espigado. Una y otra vez en perpetuo movimiento. 



Imagen de http://yurayah.deviantart.com/art/Yin-Yang-Koi-274399383

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