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miércoles, 19 de febrero de 2014

EMETERIO IBA A LA OFICINA

Los pies de Emeterio caminaban ordenados sobre la acera junto al paseo del parque. Un, dos, tres... sin inmiscuirse en la trayectoria particular de su maletín, que oscilaba delante y atrás, a su aire. Un jardinero municipal recortaba el césped a escasos metros, impregnando la atmósfera de aquel olor intensamente verde, de infancia en el pueblo, así como de aquel zumbido sordo emitido por la desbrozadora de hierba. Las margaritas blancas saltaban descabezadas en todas las direcciones al paso de las impertérritas aspas segadoras. 

Emeterio notó como su digestión se colapsaba y como sus zapatos se teñían del color naranja del desayuno. Su mente, en un segundo, había visualizado aquella vieja escena de la película "Calígula" en que las víctimas del sátrapa, enterradas en vertical hasta el cuello, se desgañitan plantadas en el jardín hasta que un artefacto de guadañas girantes les rebana la garganta entre el aplauso histérico de los abundantes aduladores. Mas las verdaderas arcadas le habían entrado a Emeterio cuando, inmediata, su imaginación le mostró con la crudeza que da la realidad desnuda su trabajo para esta mañana: despedir al quince por ciento de la plantilla de su oficina. 

El director llamó a la central para avisar de que esa mañana se sentía indispuesto y no acudiría a trabajar. 



Imagen modificada. Original:  http://pixabay.com/es/escena-hombre-silueta-raza-malet%C3%ADn-97966/

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