La cría de cinco años miraba tranquilamente el televisor y hacía preguntas:
—¿Qué son anuncios?
—Pues, lo que hay en medio de las películas, lo que las interrumpe, digamos —le respondía su madre.
—Pero, yo no sé cuándo son películas o cuando son anuncios.
—Tienes razón, hija, aún es difícil para ti. Verás, cuando la película te está contando una historia, un cuento, viene el anuncio, que es otra historia o simplemente un par de frases o música, y la corta. También se llama publicidad. Después continúa el cuento.
—Ya lo entiendo. ¿Y para qué paran las historias? Es fastidioso.
—Sí, mucho, pero lo hacen para vender cosas: colonias, coches, moda... justo cuando más atentos estamos.
—¿Y por qué no avisan de que ahora va a venir un anuncio? Poniendo, por ejemplo, ¿una cinta amarilla o así?
—¿Sabes que nunca lo había pensado, bonita? Tienes toda la razón: en la prensa escrita debe diferenciarse obligatoriamente información de publicidad, pero en televisión no se hace casi nunca. Es el medio más invasivo. Y el cerebro de los niños aún no sabe distinguir las intenciones de quien cuenta una historia. A partir de hoy, veré la tele siempre contigo y te avisaré de en qué momento entran los anuncios. Pronto aprenderás, con lo lista que eres, y luego tu sola sabrás cuándo te quieren vender algo o cuando solo quieren enseñarte cosas nuevas. También en la vida.
—Vale, ahora ya vuelve Pepa Pig, mira. Ella sí me gusta y no me engaña, ¿verdad?
—Bueno, ya iremos viendo y hablando de las muchas formas de engatusar a pequeños y mayores.
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