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lunes, 20 de enero de 2014

EL CUENTO DEL BUEN VÍCTOR

_¿Me cuentas el cuento del buen Víctor?
_¿Quieres que te cuente el cuento del buen Víctor? No tiene mucho que contar. Víctor era un pusilánime al que su mujer no dejaba mear de pie en el baño para que no le salpicase la taza y la baldosa que rodeaba el pie del váter. Así, él se evitaba broncas y ella, retoques de limpieza varias veces al día. Pero Víctor tenía un amigo llamado Luis, con el mismo defecto, pero con otra mujer a la que le daba cosa impedirle mear de pie a su marido en su cuarto de baño. Un mal día, Luis resbaló con la salpicadura de su propia meada y se partió la crisma contra la pileta que tenía detrás. Por su parte, Víctor y su esposa tuvieron una hija, que a su vez les dio muchos nietos y otras alegrías y disgustos. Los años fueron así pasando mansamente hasta que la mujer de Víctor enfermó y se murió. La noche del entierro, Víctor se levantó, volvió al cementerio, se puso ante la tumba de la que había sido durante más de sesenta años su esposa y se meó, de pie, bien a gusto sobre ésta, sin importarle salpicarse los zapatos y las perneras del pantalón. Muy cerca, estaba la lápida de su amigo Luis, muerto hacía ya muchos años, pero con rosas frescas que su amante esposa le traía puntualmente cada semana.

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