_¿Me cuentas el cuento del buen Víctor?
_¿Quieres que te cuente el cuento del buen Víctor?
No tiene mucho que contar. Víctor era un pusilánime al que su mujer no dejaba
mear de pie en el baño para que no le salpicase la taza y la baldosa que
rodeaba el pie del váter. Así, él se evitaba broncas y ella, retoques de
limpieza varias veces al día. Pero Víctor tenía un amigo llamado Luis, con el
mismo defecto, pero con otra mujer a la que le daba cosa impedirle mear de pie
a su marido en su cuarto de baño. Un mal día, Luis resbaló con la salpicadura
de su propia meada y se partió la crisma contra la pileta que tenía detrás. Por
su parte, Víctor y su esposa tuvieron una hija, que a su vez les dio muchos nietos
y otras alegrías y disgustos. Los años fueron así pasando mansamente hasta que
la mujer de Víctor enfermó y se murió. La noche del entierro, Víctor se
levantó, volvió al cementerio, se puso ante la tumba de la que había sido
durante más de sesenta años su esposa y se meó, de pie, bien a gusto sobre
ésta, sin importarle salpicarse los zapatos y las perneras del pantalón. Muy
cerca, estaba la lápida de su amigo Luis, muerto hacía ya muchos años, pero con
rosas frescas que su amante esposa le traía puntualmente cada semana.
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