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viernes, 9 de agosto de 2013

CARTA DE AMARGOR

Hola, soy Chivato Pérez y les doy las gracias de antemano por permitir que me manifieste después de tantos años desde las delaciones falangistas tras la Guerra Civil, enlas que mi familia destacó en recurrencia y celo acusador. Sé que aceptan  ustedes el anonimato en estas confidencias, mas yo prefiero dar la cara —je, el nombre en este caso— para que conste en acta mi lealtad a la patria y olé. 
Pues, bien, comencemos con la lista de defraudadores del bien conún que con tanto esmero y dedicación he venido elaborando desde hace años, a la espera de una ocasión tan necesaria como esta. Empiezo con mi vecino, el del 2º F, el electricista negro negrísimo, Rodrigo González Busto por más señas, que además de ser jubilado por la Agraria con una pensión dos euros más elevada que la mía (no entiendo el porqué, la verdad), se dedica cualquier día de la semana —festivos inclusive— a hacer chapuzas a domicilio. Lo que más me repatea es que este individuo argumenta sin fundamento alguno que su paga no le llega para el tratamiento médico de su mujer. Los muy... si no hubiesen ido de vacaciones tantas veces a París esos republicanos de mierda... o si no hubiesen follado como conejos y tenido toda esa prole de degenerados, una, ella no estaría mal de la cadera, que de tanto parir se le habrá descoyuntado, y otra, hoy contarían con un capitalito para la vejez como yo he ahorrado, bien sabe Dios que a fuerza de muchos sacrificios, eso sí, pero siguiendo las recomendaciones  de políticos como don Manuel, Dios lo tenga en su Gloria, de hacerme un plan de pensiones privado.
En fin, volviendo a mi vecino, peor es su hijo mayor, Ramiro, que lleva once meses cobrando la prestación y levantándose a las doce del mediodía, como un marqués, que me lo ha contado enorgulleciéndose su padre. Majadero. Dice que así aprovecha para escribir la novela que siempre quiso hacer y que con los turnos de teleoperador no pudo... Una vergüenza... Pero seguro que gana algo en negro publicando por internet, yo lo investigaría también, pues de casta le viene al galgo. Y de paso, a su mujer, que es una buscona, fijo, solo que conmigo se hizo la remilgada el otro día en el ascensor cuando le agarré una teta. Menuda hostia me estampó la zorra esa. Pero yo ya sé que eso es para ponerme más cachondo y cobrarme más cuando se deje. Sí, Ilustrísima Señora doña Fátima, en esa familia son todos unos rojos de mierda. Ojalá usted y sus compañeros ministros de Hacienda y de Economía les quiten la pensión, el paro, la casa y aquella finca junto a la playa que su abuelo le ganó al mío con trampas al póquer.

A sus pies y un respetuoso saludo romano a don Mariano.

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