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miércoles, 8 de mayo de 2013

SAN MARTÍN

¡Hostia! Ya lo he intentado todo, joder, y nada me puede salvar de esta puta mierda. Los curros de camarero son todos en negro y no pasan ni de seiscientos euros, ni de dos meses, así que no nos quedó otro remedio que comernos todo el sueldo, los pocos ahorros... y más que hubiera. Pero, eso sí, los del banco, cada día cercándote más y más como a una fiera salvaje, llamándote a cualquier hora, recordándote que el día ocho de mayo te van a dar una patada en el alma a ti y a cada miembro de tu familia, y que os van a dejar con una mano delante y otra detrás en la puta rue. Sitiado en tu propia casa embargada, no tienes ni a donde ir a trabajar, ni con qué salir de las cuatro paredes que ayer fueron tu ilusión, pero hoy son tu condena.
A los niños y a la mujer los ayudará la Cruz Roja, seguro; no los van a dejar morir de hambre como casi lo hago yo. ¡Desastre de padre soy, hostia! Por gilipollas, por idiota, por mamón... por no haber metido nunca la mano en la caja, como hacían todos los listos que al final se pasean en Mercedes por la calle Real dando clases de economía aplicada. Por haber pagado religiosamente como un subnormal profundo todos los meses todas las letras, todos los años todos los IRPFs (Hacienda éramos todos, ja), todos los IBIs todos los períodos, todas las campañas todos los impuestos...
Me han sangrado tanto, que ni goteo, y ahora les toca despedazarme por San Martín como un cerdo del que todo han de aprovechar, menos la dignidad, la cual han tratado de extirparme siempre. Pero, no, amigos, de mi casa no me sacan vivo, mecagohastaendios. Y con los pies por delante me acompañará el que entre a desahuciarme.

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