Buscar este blog

jueves, 6 de junio de 2013

LA TIERRA GALLEGA PERDIDA

Vokiro tiene un precioso huerto balconero en su apartamento, donde cultiva lechugas, tomates cherry, hierbabuena, fresas, pimientos o cebollino dentro de culos de botellas plásticas dispuestos en apenas un metro cuadrado de jardineras colgantes. Es su Babilonia particular. 
Lanuxa y Riverie comparten con otros cuatro amigos el cuidado descuidado de unos pocos bancales a 20 kilómetros de su casa, a pesar de que tanto la familia de ella como la de él tienen algún terreno semiperdido entre la maleza del monte originario, donde un no muy lejano día se apoyó el mantenimiento económico de sus abuelos. Ayer se comieron gustosos la primera lechuga criada por el grupo, aunque para lograr ésta, así como los guisantes y los repollos y los brócoli y las coles de Bruselas... hubiese que recurrir varias veces a Internet o al consejo de sus padres sobre los misterios de la labranza. Lo que para ellos es un entretenimiento divertido y una cena frugal, para sus ancestros consistió en su propia definición y subsistencia como campesinos.
A Carotone le toca este fin de semana contagiar a los ancianos del pueblo las ganas de defender políticamente el futuro sostenible de sus tierras con la concentración parcelaria. Extensos  eriales abandonados por la juventud en pos del sueño urbano que duró apenas una generación, y que hoy, convertidos en selvas enzarzadas de posibilidades pero muertas de caminos, se muestran inútiles para el sustento de los nietos. 
Galicia un día se autodesterró de sí misma, y ahora busca en botes la tierra que muere ante sus ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario